La acusación de antisemitismo es la acusación más mortífera que uno puede imaginar en el mundo actual y es realmente cierto que los defensores de Israel a menudo hacen esta acusación contra los críticos de Israel sin importar si esa acusación está bien fundada y si se basa en evidencias. Esto sigue siendo una táctica efectiva porque se alimenta del ambiente de corrección política donde cualquier crítica hacia las minorías no blancas es considerada un ataque racista. Durante décadas y particularmente desde el final de la Segunda Guerra Mundial, las organizaciones sionistas y los activistas judíos del mundo académico han promovido la idea de que cualquier critica a los judíos es algo irracional que se debe a un desorden psíquico y a la falta de inteligencia. Como resultado de la influencia sionista en las altas esferas de los medios de comunicación y del mundo académico, los americanos han internalizado esta mentalidad, por lo que es frecuente que aquellos que critican a los sionistas inmediatamente se retracten de sus comentarios y se disculpen por lo que han hecho. Aunque la libertad de expresión todavía sigue viva y funciona en América, existen numerosas sanciones informales contra la crítica hacia los sionistas u otras minorías. Los que critican a los sionistas han perdido sus trabajos debido a la presión sionista, por lo que la acusación de antisemitismo es una acusación realmente grave, visto lo visto. En los países occidentales el lobby sionista pretende de manera más o menos exitosa intervenir en las cuestiones internas. Ellos hacen campaña por la abolición de partidos derechistas y a favor de leyes contra el antisemitismo. ¿Por qué ellos no encuentran apenas resistencia ante esta intromisión?
Las organizaciones sionistas han estado, de hecho, a la cabeza de la defensa de inmigración no blanca, a favor del multiculturalismo en los países occidentales y trabajando contra los partidos políticos “derechistas” que defienden el tradicionalismo y la cultura occidental. Desde el comienzo del Siglo XIX los sionistas han apoyado, generalmente, a la izquierda. Existen una serie de razones para ello, pero la principal razón es la hostilidad de los sionistas hacia las instituciones tradicionales occidentales, como la cristiandad, porque las ven como instrumentos para la opresión y la persecución de los judíos.
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