..Una vez más..los perros judíos metidos en todas las mierdas habidas y por haber...

sábado, 5 de abril de 2014

Un guetto llamado Gaza..

Una vez más, el ejército israelí es utilizado para llevar a cabo su mismo plan criminal: Calmar la agitación de los indígenas palestinos abatiendo sistemáticamente a los rebeldes en potencia, no hace falta abatir a un millón de personas, maten a los mejores y los otros quedarán aterrorizados.” Ariel Sharon.. El enemigo es ese Estado terrorista judaico, que con la complicidad de la comunidad internacional deporta a los palestinos autóctonos de su tierra y expolia su riqueza, sino tambien ese conjunto de personajes casi desconocidos para el común de los mortales, que desde Washington y Nueva York orientan cómodamente la mortífera política del Estado sionista. Nadie tiene derecho a entrar o salir de la franja de Gaza. Está rodeada de alambras de púas, sus puertas están con cerrojos y aunque tenga todos los papeles necesarios, tampoco podrá entrar en la mayor cárcel de alta seguridad del mundo, que aloja de todos modos a más de un millón de palestinos. El ejército israelí, famoso antaño por su poder de fuego, está reducido al papel de guardia-cárcel. La formulación de la táctica de las fuerzas de defensa israelí se remonta a los años 30, un país que dispone de potencia nuclear y que dispone de todos los armamentos posibles cuando los palestinos cautivos no tienen más que piedras y armas livianas. Desde 1973, el ejército israelí raramente tuvo la ocasión de encarar el hacer fuego como respuesta. Los soldados judíos se acostumbraron a un trabajo fácil, como por ejemplo, liquidar a niños indefensos.



Fares Ouda, un muchacho de trece años, él es el pequeño David palestino que vimos enfrentar al Goliat judío en los suburbios de Gaza y que fue inmortalizado por el fotógrafo de Associated Press, Laurent Rebours. Fares el temerario, el que tiró piedras contra el monstruo blindado con la gracia de San Jorge, el santo venerado en Palestina. Afrontó al enemigo con los modos de un pequeño aldeano cazando un perro rabioso. Esa foto fue tomada el 29 de octubre y, algunos días después, el 8 de noviembre, el chico fue abatido a sangre
fría por un miserable tirador israelí. Los judíos han llegado a intimidar a sus enemigos y de ninguna manera por la sola magia del discurso. En la época de Lord Moyne, ministro británico para el Oriente Medio, oficiales y simples soldados británicos así como centenares de dirigentes palestinos fueron asesinados por judíos preocupados por afirmar su supremacía sobre la Tierra santa de los años 40; esto ocurrió hasta que los británicos a merced del terror se apuraron a abandonar la bahía de Haifa, el 15 de mayo de 1948.
Todavía hoy, en San Francisco, dos militantes por la paz, el sacerdote católico Labib Kobti y el rabino totalmente judío Michael Lerner, siguen recibiendo amenazas de muerte de parte de grupos terroristas judíos y las toman muy en serio. Los palestinos son agricultores y ciudadanos más bien pacíficos. Saben cuidar a los olivares y los viñedos y saber fabricar el zir, esa jarra que guarda fresca el agua aún cuando sopla el “khamsin” más ardiente. Los palestinos escriben poemas y veneran las tumbas de sus santos. No son guerreros y mucho menos asesinos. Por eso,sienten estupor e incredulidad cuando se inclinan hacia el espejo de una prensa dominada por los judíos, donde se ven bajo los rasgos de terroristas ávidos de sangre.


Sin embargo, estos simples campesinos son todavía capaces de darnos a todos una lección de heroísmo, cada vez que un enemigo trata de apoderarse de su tierra. Por otra parte, los palestinos han probado su coraje hace siglos y siglos, en la época legendaria de los “Jueces”, cuando sus ancestros combatieron a los invasores del borde del mar. Todo esto es lógico puesto que los palestinos son los auténticos descendientes del Israel bíblico, del pueblo indígena que abrazó la fe de Cristo o la de Mahoma, y que permaneció por siempre sobre la Tierra santa en tanto los otros, los que rechazaron al Cristo, fueron condenados a errar hasta que comprendiesen su error. Los israelíes son perfectamente conscientes de esto.                         En los laboratorios de genética de Tel Aviv, los investigadores en busca del “ ADN judío” publican orgullosamente el menor resultado que pruebe la existencia de un lazo sanguíneo tenue entre los judíos y los palestinos de antaño. Esto concierne a los motivos psicológicos de la inexplicable crueldad con la que tratan a los palestinos autóctonos.
Los israelíes quisieran ser los verdaderos palestinos.

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