..Una vez más..los perros judíos metidos en todas las mierdas habidas y por haber...

jueves, 15 de mayo de 2014

Las células dormidas del Mossad..

Confesiones de un desertor..



Desde las leyendas de la Edad Media, pasando por las Cruzadas –se llega a sostener científicamente el mito de que la palabra asesino es de origen judaico. 


Lo interesante aquí es que los judíos sionistas no solo no ocultan lo que sigue, sino que incluso lo consideran fundamental y presionan abiertamente a sus comunidades en el mundo para que así sea.

Precisamente, pudimos notar como grandes sectores de la comunidad judía jugaron sus cartas para los intereses de Israel, en la crisis en Siria: mientras musulmanes y cristianos pedían por la paz, ¿alguien escuchó a algún rabino criticar el posible bombardeo estadounidense?
El Sionismo insistirá siempre en vincular lo judío, más allá de todos sus matices, con Israel. Citemos al libro de Ostrovsky:


El Mossad —créase o no— tiene únicamente treinta o treinta y cinco oficiales de servicios especiales o katsas operando por el mundo en cualquier momento.
La razón principal de una cifra tan sorprendentemente baja es que, a diferencia de otros países,Israel puede aprovechar el significativo y leal cuadro de la comunidad judía mundial establecida fuera de Israel. Y ello lo consigue a través de un sistema único de sayanim, ayudantes voluntarios.

Los sayanim, las células dormidas del Mossad que realizan diversas tareas, son miles distribuidos por todo el mundo. Ostrovsky señala como ejemplo a Inglaterra, donde hay dos mil activos y cinco mil en reserva.
Los sayanim —ayudantes— deben ser ciento por ciento judíos. Residen en el extranjero y, aunque no son ciudadanos israelíes, muchos son accesibles por medio de los parientes que tienen en nuestro país. Así el Mossad garantizará la lealtad del ayudante, incluso aunque no termine colaborando.

Tengamos presente que en nuestro país se encuentra la tercera comunidad judía en número, luego de la Entidad Sionista y de EE.UU.

Reconoce Ostrovsky:

Tenemos a nuestra disposición un sistema de reclutamiento exento de riesgos que nos facilita realmente unos efectivos de millones de judíos a quienes recurrir allende las fronteras del país. Resulta mucho más fácil operar con lo que se halla disponible in situ y los sayanim ofrecen un apoyo increíblemente práctico en todas partes. Precisemos algunas tareas que pueden realizar para ayudar al Mossad:

Alquilar un auto, evitando que el agente haga todo el papeleo.
Prestar hospedaje a agentes sin levantar sospechas.
Un banco sayan entregaría cantidad de dinero necesaria para las operaciones, en el horario que fuese necesario.
Un doctor sayan trataría heridas de cualquier tipo, sin necesidad de informar a la policía.
Un periodista sayan impedirá que se critique a Israel en su trabajo, etc. El funcionamiento con el agente y la coordinación se da de esta manera:
Los katsas destinados a las bases tienen a su cargo a los sayanim, y los más activos son visitados por su katsa cada trimestre más o menos, lo que para ellos suele representarles entre dos y cuatro reuniones personales diarias con los sayanim junto con numerosas conversaciones telefónicas.También el autor nos relata la importancia de los viajes que Israel organiza con los jóvenes de la diáspora. Se reconoce abiertamente que se trata de reclutarlos, entrenarlos, y prepararlos para espiar, entre otras cosas:

Muchos jóvenes entrenados en los campamentos de verano de Israel se convierten después en sayanim, lo que sin duda proporciona una importante reserva de colaboradores voluntarios, bien entrenados, que no se arredran ante las consignas y que ya han demostrado su habilidad para asumir riesgos. Con excepción de Canadá y Estados Unidos, las comunidades judías exteriores de Israel cuentan con estructuras entrenadas y armadas, dispuestas a defenderse llegado el caso. Para finalizar, Ostrovsky se hace la misma pregunta que nosotros:

El único problema del sistema es que a dicha organización el Mossad no parece preocuparle cuan perjudicial resultaría que esto se supiese para el estatus de los judíos que se hallan en la diáspora. Cuando uno se interesa por ello, le responden:  ¿Y qué es lo peor que podría sucederles a esos judíos? ¿Qué viniesen todos a Israel? ¡Pues serían bien recibidos!

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