..Una vez más..los perros judíos metidos en todas las mierdas habidas y por haber...

martes, 23 de abril de 2013

¿Cómo se recluta a un islamista?


Las milicias africanas de Al Shabab y Boko Haram ejemplifican el «modus operandi» llevado a cabo por el nuevo terrorismo: redes sociales y promesas económicas


Al Shabab yBoko Haram. Dos grupos radicales que, en la última década, han visto cómo su sangriento legado caminaba de forma paralela al número de simpatizantes. En el primer caso, la milicia somalí, el éxito del grupo parecía «justificado»: En los últimos tiempos,el desgobierno del país africano ha derivado en la radicalización de ciertos sectores de la sociedad. Aunque ahora, el contagio también se extiende al exterior.

A mediados del pasado año, un informe del Grupo de Vigilancia de las Naciones Unidas sobre Somalia ya denunciaba el reclutamiento masivo llevado a cabo por el centro islámico «Consejo de la Juventud Musulmana (MYC)» en los asentamientos populares de la capital de Kenia, Nairobi.

Como asegura a ABC el analista local Abdihakim Haji, la organización basaba su éxito en dos premisas.

Por un lado, la «depresión social de la región», caso de la localidad de Garissa, en la frontera entre Kenia y Somalia, que cuenta con un90% de desempleo juvenil. De igual modo, para el experto, se uniría otra variante: «la promesa económica».

Al Shabab ofreció hasta 350 euros mensuales a sus nuevos miembrosLas cifras no dejan lugar a la duda. Durante los meses más fructíferos de la milicia (ahora, tras la toma de su enclave estratégico de Kismayo, el grupo sufre un serio varapalo económico), Al Shabab llegó a ofrecer hasta 350 euros mensuales a sus nuevos miembros. En un país como Somalia, con una renta per capita no superior a los 500 euros anuales.

Por ello, no resulta extraño que las raíces del reclutamiento de Al Shabab en su vecina Kenia tengan origen en los barrios más deprimidos de Nairobi y Mombasa.

Éste es el caso del asentamiento de Majengo, donde los esfuerzos por la captación de simpatizantes han sido dirigidos históricamente por el carismático predicador Ahmed Iman Ali.

Sin embargo, la utilización de plataformas tradicionales como mezquitas o escuelas para la gestación de nuevos islamistas camina siempre de forma paralela a las nuevas tecnologías.

El pasado mes de enero, la cuenta de Twitter de la milicia somalí era suspendida por la amplia difusión de mensajes pro islamistasen ella (finalmente fue reabierta poco tiempo después).

El origen de esta relación con el servicio «microblogging» por parte de Al Shabab -donde se suceden los guiños a los nuevos simpatizantes- se remonta a diciembre de 2011, tan solo dos meses después de que tropas del Ejército de Kenia se adentraran 100 kilómetros en Somalia, como medida de castigo a los últimos secuestros de extranjeros protagonizados en la frontera.

No es el único caso. En los últimos tres años, Al Kataib (considerado el gabinete de Prensa del grupo rebelde) relata casi a diario las andanzas del grupo terrorista en las redes sociales.
Éxitos musicales

Y en ocasiones, hasta a ritmo de rap. En 2010, Abu Mansour al Amriki-de origen estadounidense y uno de los comandantes de mayor renombre del grupo-, publicaba la canción «Vamos a golpear a Estados Unidos hasta que se arrodille». Al año siguiente, le seguirían otros dos éxitos dentro de los foros islamistas: «Envíame una bomba de crucero» y «Haz la yihad conmigo».

Pese a ello, recientemente, Amriki aseguraba en un vídeo temer por su vida ante las desavenencias con la cúpula militar sobre la interpretación de la ley islámica. Desde entonces se desconoce el paradero de este militante.

Su canción decía: «Envíame una bomba de crucero»Pero si en Somalia la captación de nuevos jóvenes islamistas hacia las filas de Al Shabab se gestiona mediante técnicas donde confluyen tradición y modernidad, en Nigeria, la senda del nuevo terrorismo sufre un proceso paralelo.

Para Jacob Zenn, analista del «think tank»The Jamestown Foundation, las estrategias reclutadoras de Boko Haram se desarrollan a cuatro niveles:Incentivos financieros, parentesco (muchos de los nuevos afiliados están relacionados con miembros del grupo primigenio), reconducción del histórico conflicto religioso y radicalización de los líderes (caso de Ibrahim Datti Ahmed, quien provocó una sangrienta campaña contra los efectivos sanitarios del país).
¿Quién financia a los islamistas de Al Shabab? ¿Quién financia a los islamistas de Al Shabab? Diáspora y carbón vegetal. Un mantra al que se agarra el islamismo radical en el Cuerno de África. El pasado miércoles, dos hermanos gemelos somalíes eran condenados por un tribunal de Reino Unido a tres años de cárcel por financiar actividades terroristasen su país de origen.                                
Según la Fiscalía, los dos acusados -residentes en Londres- formaban parte de una “red de apoyo” a los campos de entrenamiento que la milicia islamista Al Shabab mantiene en el sur de Somalia y donde se encontraba interno su hermano mayor, a quien desde 2008 enviaban cantidades periódicas de dinero.

Precisamente, la sentencia se daba a conocer tan solo dos días después de que un ciudadano estadounidense se declarara culpable, esta vez ante una corte de Chicago, de captar fondos para el grupo rebelde.
                                           
Dos casos penales similares, separados en el espacio por más de 6.000 kilómetros, y que ponen de relieve el creciente peso adquirido por la diáspora somalí (de origen o adquirida) en las actividades delictivas de Al Shabab, considerada la rama de Al Qaida en la región.

Como advierte Daveed Gartenstein-Ross, analista de la “Foundation for Defense of Democracies”, el aislamiento social que sufren los inmigrantes somalíes en Occidente, así como su falta de integración en el mercado laboral, constituye el caldo de cultivo perfecto para las redes de captación de terroristas en el extranjero.
Monopolio

Para Gartenstein-Ross, en este sentido, resulta clave el área metropolitana de Mineápolis (EE.UU.), hogar de 70.000 somalíes y sede de los centros islámicos de Abubakar as-Saddique e Imam Shafii, dos mezquitas vinculadas en el pasado al yihadismo radical.

Precisamente, de ellas partió uno de los más “ilustres” terroristas de Al Shabab, Ahmed Shirwa, un somalí residente en Estados Unidos durante una década y que, en octubre de 2008, se inmolaba en la sede de Naciones Unidas en Hargeisa. Un atentado que causó la muerte a cerca de 20 personas.

Sin embargo, la diáspora somalí no es la principal fuente de ingresos del grupo rebelde.

Solo en 2011, la milicia generó -según fuentes gubernamentales- más de 25 millones de dólares (un incremento cercano al 50% con respecto al año anterior) gracias al monopolio con el que cuenta el grupo en la exportación del carbón vegetal que se dirige hacia los países del Consejo de Cooperación del Golfo.

De igual forma, y pese a que en febrero pasado el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó la resolución 2036 que impide la importación de carbón vegetal desde Somalia, a día de hoy, ésta continúa siendo la principal fuente de ingresos de la milicia. Sobre todo, gracias al “laissez-faire” de dos de los principales importadores de esta mercancía: Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí.
Presión sobre Eritrea

No resulta extraño, por tanto, que la toma de las ciudades de Kismayo, Baraawe y Marka por parte del Gobierno central resulte primordial para detener el flujo de dinero hacia el grupo islamista. Sin estos puertos, se acabó el carbón. Y sin carbón, se acabaron los fondos.

Más aún, cuando el peso específico de Eritrea, histórico aliado militar y financiero de la milicia, parece haberse reducido.

¿El motivo? El mayor escrutinio internacional al que se han visto sometidas sus acciones (a comienzos de julio Estados Unidos sancionaba a dos altos cargos del Gobierno de Asmara por su apoyo a Al Shabab), así como las crecientes fricciones entre el país africano y el propio grupo rebelde tras declarar su adhesión formal a Al Qaida.

Sin embargo, la diáspora vuelve a ser fundamental en este sentido. Según señala un reciente informe del Grupo de Vigilancia de las Naciones Unidas sobre el país africano, el consulado eritreo en Toronto (Canadá) aplicaba un impuesto a sus registrados cercano al 2%, encaminado a financiar -presuntamente- operaciones militares en el Cuerno de África. Todo ello, pese al embargo de armas que pende sobre Somalia desde 1992.


Los lazos comunes del islamismo radical en África. 
¿Cómo se recluta a un islamista?Acusaciones y “drones”. Tres de las principales milicias islamistas que operan en el continente africano -la somalí Al Shabab, la nigeriana Boko Haram y Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI)- se encuentran, en la actualidad, intentando “coordinar esfuerzos”, según denunció el comandante al frente del mando de Estados Unidos para África (Africom), el general Carter F. Ham.

Durante una conferencia en el Centro de Estudios Estratégicos de África, el militar estadounidense aseguró que, a pesar de que considera a Al Shabab el grupo más “peligroso”, la principal amenaza podría venir de la actual relación entre Boko Haram y AQMI. Sobre todo, dado “el actual desvío de fondos, capacitación e intercambio de explosivos” entre ambas facciones.

A día de hoy, la comandancia del Africom -en teoría, destinada a abrir vías diplomáticas con los conflictos regionales- dispone de cerca de 3.000 efectivos militares afincados en la costa de Yibuti. Aunque la ayuda humanitaria no parece ser su única seña de identidad.

Precisamente, desde el campamento yibutiano de Lemonnier se dirigió, en abril de 2009, el rescate del capitán Richard Phillips, secuestrado por piratas somalíes. Y precisamente, desde esta base, partieron los cuatro helicópteros que, solo cinco meses después, acababan con la vida de Saleh Ali Nabhan, por aquel entonces líder de operaciones de Al Qaida en el Cuerno de África.

Sin embargo, las crecientes asociaciones entre los movimientos en la región parecen despertar ahora la beligerancia (verbal y activa) del Africom.

A principios de año, el portavoz de Boko Haram reconocía la lealtad espiritual que esta milicia profesa a la red terrorista Al Qaida (tan solo unos días después de pronunciar estas palabras, Abu Qaqa -seudónimo bajo el que caminan todos los representantes públicos del grupo-, era capturado por las autoridades nigerianas).

De igual modo, tras la toma -el pasado marzo- de Gao por los rebeldes tuareg, al menos un centenar de combatientes de Boko Haram se dirigieron a esta ciudad maliense.

El interés real: asistir a una reunión a gran escala celebrada entre el “león del desierto” Iyad Ag Ghaly, líder del grupo islamista tuareg Ansar Dine, y tres prominentes caudillos de AQMI -Mokhtar Belmojtar, Abou Zéid, y Yahya Abou Al Hammam- para analizar la configuración ideológica de la próxima administración.
Conflicto interno

Más enrevesados se muestran, no obstante, los lazos afectivos y militares entre Al Qaida y Al Shabab.

En febrero, en una grabación de apenas 15 minutos, el líder del grupo somalí -Ahmed Abdi Godane- juraba lealtad “con el libro de Dios y la 'sharia' de su profeta, y obediencia en la orientación y en la obligación” a la red terrorista global. Una decisión que propició no pocas divisiones dentro del movimiento. Entre ellas, las del clérigo radical Sheikh Hassan Dahir Aweys que acusaba a la cúpula de Al Shabab de haber monopolizado la “yihad” en función de sus intereses.

No en vano, dada esta falta de cohesión, el propio general Carter F. Ham reconoce que no todos los miembros de estas milicias islamistas quieren expandir su cruzada terrorista de forma internacional, limitándose por el momento a movimientos locales.

Aunque el castigo sí venga de fuera. Según la organización británica “The Bureau of Investigative Journalism”, solo en el periodo 2007-2012, se han registrado al menos tres ataques con “drones” -aviones no tripulados- estadounidenses en territorio somalí (nueve, en los análisis más pesimistas). ¿Su resultado? Decenas de civiles muertos (entre 11 y 59 dependiendo de las fuentes).

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